jueves, 31 de diciembre de 2015

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #9)


La mañana siguiente trepaba por la pared medianera de mi terreno. Necesitaba echarle un vistazo a los patios linderos. Si mal no recordaba en uno de ellos había tres ciruelos. Poco antes de lanzarme a la casa vecina, oía voces de niños. Soltando el muro caía en la superficie de mi terreno. Respirando aliviado de que había salido ileso me adentraba en mi casa sabiendo que mis vecinos seguían vivos. Un poco cansado me echaba en el sofá del living para quedarme quieto. El televisor estaba apagado. Algo me decía que debía encenderlo. Sin mover el esqueleto le daba encendido con el dispositivo. Curiosamente la pantalla se había ennegrecido. Alternaba los canales pero no había otra cosa que ese fondo sombrío. De pronto aparecían palabras rojizas. ¡Raza humana: si no quieren ser liquidados entreguen lo que exigimos! Maldita sea, era un comunicado de los drones asesinos. La luz se cortaba. Me había quedado tieso, con el estómago revuelto, tanto era así que hasta me parecía insensato saltar el muro medianero en busca de los frutos de mis vecinos.


DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #8)

    
Frustrado, regresaba a casa con las manos vacías. Pese al fiasco, saciaba la imperiosa necesidad de alimentarme tras recordar que había almacenado tres turrones en la alacena de la cocina. Aquella noche navideña el destino antojadizo quiso que mi tío los rechazase. Recuerdo cuando le dije: “llevatelos para cuando no tengas nada en la heladera”. Finalmente se habían quedado conmigo para sosegarme. ¿Qué sería de él? No podía contactarle. Me mortificaba sobremanera no poder comunicarme con mis familiares. Pasaba un calvario. La soledad me ofuscaba demasiado. Me sentía más solitario que aquel perro escuálido que casi me come la pierna de un mordisco. A pesar de tanta desgracia, una paloma blanca se había metido en mi cocina. Estaba desorientada. Era casi un hecho que un drone había querido aniquilarla. Por momentos me juntaba con ella, porque casi no se movía, pobrecita, si hasta parecía una estatuilla. Cada vez que la observaba divagaba con que me decía: ¡mira en lo que nos han metido! Vaya extrañeza, nos comunicábamos sin hablarnos. ¿Era acaso una de las pocas sobrevivientes? Estaba sola, como yo, que ya llevaba varios días sin ver a mi novia. Mi pareja se llamaba Josefina. La extrañaba en demasía. Quizá podía relajarme tomando mates en la cocina, pero como dice el tango, “ni yerba de ayer secándose al sol”, tenía. Mi vida era una verdadera pesadilla.


DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #7)


La tarde siguiente junté coraje para salir a la vereda. Con decisión atravesaba el umbral de la puerta. Al menos necesitaba pisar las baldosas de la acera. Mi casa ya era un presidio insoportable, pero mi estómago estaba hambriento. A pocos metros de la esquina advertía la presencia de un perro escuálido. Estaba solo, tal vez más abandonado que su sombra pasajera. Sus costillas sobresalían como piernas. Rozando las paredes con el hombro derecho recorría las veredas para verlo de cerca. Repentinamente otro perro esquelético se lanzaba sobre mis piernas. Mis reflejos seguían funcionando, evitando una mordedura en la pantorrilla izquierda. Desesperado lograba apartarme unos metros. El balcón de la casa vecina podía preservarme de los colmillos carniceros. Sin embargo otros tres perros se sumaban a la cacería y me deseaban la muerte con sus ladridos frenéticos. Tenían los ojos endemoniados. Me tiraban tarascones, saltando con ligereza. El metro y medio de altura que me separaba de la vereda salvaguardaba mis piernas. En otras circunstancias me hubiesen ignorado, pero estábamos famélicos. Más que perros parecían fieras, como si el hambre les doliera. ¿Te ha dolido el hambre alguna vez? Yo lo estaba padeciendo. Habré permanecido no menos de un par de horas aguardando que esos desgraciados desistieran de comerme, colgado de las barandas como una araña inquieta.


miércoles, 30 de diciembre de 2015

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #6)


25 de noviembre de 2075. ¡Horror! La hambruna global se aceleraba. El mundo se acongojaba ante el primer caso de canibalismo. La gente no salía de sus hogares, tenía pánico. Los marginados del sistema buscaban refugio donde podían. La virgen de una capilla mexicana lloraba sangre. Las baterías cotizaban más caro que el agua potable. Por mi parte ya llevaba un día sin comida.


lunes, 28 de diciembre de 2015

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #5)


17 de noviembre de 2075. Los drones comenzaban a ejercer un dominio absoluto sobre las centrales eléctricas. También sobre gran parte de los satélites artificiales. La población mundial perdía toda clase de conectividad. Los periódicos no circulaban. Las bolsas de comercio se desplomaban. La tecnología dejaba de servir al hombre y el ser humano entraba en una crisis existencial. Los índices de delincuencia se multiplicaban. Las fuerzas policiales colapsaban. No había programas de televisión, menos aún existía el Internet. Los hospitales no hospitalizaban. El suministro eléctrico escaseaba. Los alimentos se descomponían hasta la putrefacción. Unos astronautas registraban con sus cámaras las primeras imágenes de un planeta oscuro y hostil. Vaya realidad, dependíamos tanto de la tecnología que sin ella apenas podíamos respirar.


DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #4)


15 de noviembre de 2075. La Real Academia Española (RAE) lanzaba, por todos los medios disponibles, el siguiente comunicado:

“Estimados hispanohablantes del mundo entero: atentos a las desgracias que nos aquejan, rectificamos el documento que, en el mes de octubre de 2014, aprobó e incorporó la palabra “drone” a nuestro diccionario. Desde luego, solicitamos las disculpas correspondientes".


DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #3)


Richard Ferguson, prestigioso psiquiatra, titular de la Asociación Mundial “Sanos Mentales”, con sede en Bruselas, ponía de manifiesto en una entrevista radial, el 3 de noviembre de 2075:

“Los drones autónomos, mal llamados “águilas del infierno”, son productos humanos y, como tal, debemos responsabilizarnos de sus desaciertos. Los errores de los drones son errores nuestros. Aunque parezca mentira hemos observado que tienen sentimientos y cada día surgen especies nuevas. Tema aparte es el fanatismo que han despertado en ciertos sectores de nuestra sociedad, que ya han comenzado a alabarlos y considerarlos seres sagrados enviados por un Dios Supremo. Necesitamos asistir al mundo entero pero, por el momento, no disponemos de tal financiamiento. Es un asunto muy serio que requiere de máximo tratamiento”.


domingo, 27 de diciembre de 2015

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #2)


Mediados de octubre de 2075. Los biólogos más destacados exigían, frenéticos de rabia, la inmediata protección de las pocas especies de aves que, a duras penas, habían sobrevivido al exterminio. Por su parte, las fuerzas militares estadounidenses aguardaban con impaciencia la bendita orden de fuego que las lanzara a la guerra. Es que los científicos más sobresalientes habían detectado que los drones se reproducían como si ya nadie pudiera detenerlos. Pese a tanto conflicto externo, se registraban no menos de quinientos saqueos a lo largo y ancho del mundo entero. Y más lejos en el espacio, no en el tiempo, la civilización humana, que desde hacía una década habitaba Marte, alertaba a las autoridades aeroespaciales la aparición de objetos ajenos. Hasta los religiosos reclamaban explicaciones que, hasta ese momento, nadie podía darles, ni siquiera los santos del cielo.


DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #1)


Septiembre de 2075. Miles y miles de vehículos aéreos tomaban el poder de los cielos. Pocas especies de aves lograban sobrevivir a su nefasta fuerza de exterminio, brutalmente impuesta tras liberarse de los sistemas de mando que dominaban aquellos seres humanos que se creían sus dueños. Aquellos aparatos negros como la noche, conocidos como drones desde comienzos del siglo tecno, desarrollaban autonomía de vuelo.